Personal Shopper. Crónica XXIV: Regalazos

No hace mucho, una tarde cualquiera leyendo el periódico en la sala de espera del especialista de turno, ante una revisión periódica, me encontré con una noticia que me llamó mucho la atención y que me hizo reflexionar sobre las desigualdades, los sinsentidos y las injusticias tan tremendas actuales. Resulta que Angelina Jolie le habría comprado a su querido Brad, una isla en forma de corazón, cercana a New York, para celebrar el 50 cumpleaños de este, y por la que habría desembolsado 19,7 millones de dólares...

Se necesita ser extravagante, además de estar sobrada de dinero, para semejante alarde de amor (?). Al parecer, y al margen de romanticismos, lo que verdaderamente encandilaría a su chico son las dos viviendas que hay en la isla, obra del arquitecto Frank Lloyd Wright, construidas nueve años antes de su muerte, al que Pitt, fanático de la arquitectura, adora.

Luego y según parece también, esta noticia se ha desmentido, aunque no tendría nada de extraño y además, ellos no serían el único caso. Estos alardes, estas extravagancias propias de gentes que, aunque viven en la tierra, no forman parte de su misma galaxia, han existido en todos los tiempos. Regalos fabulosos, increíbles, inasequibles para el resto de los mortales, cuya finalidad, además de buscar el asombro de quien lo recibe, es una demostración de amor, admiración o respeto de quien lo regala. Y una muestra de poder.

Un ejemplo de ello es el TAJ MAJAL, una de las maravillas del mundo, regalo póstumo del emperador Shah Vahan a su difunta esposa, el amor de su vida y con el que, dicen, roto de dolor, este quiso honrar su memoria. Todo construido de mármol blanco, su precio rondó los 32 millones de rupias de entonces, 22 años de trabajo, 20.000 trabajadores y 1.000 elefantes.

Y qué deciros del diamante que le regaló el conde Orlov a la emperatriz Catalina II de Rusia, allá por más de la mitad del siglo XVIII… Un fabuloso diamante blanco, con ligeros destellos azules, en forma de medio huevo que, en su día, constituyó el ojo de una deidad de un templo hindú, robado por un soldado desertor francés que lo vendió a otros, hasta que llegó al mercado de piedras preciosas de Amsterdam, donde lo adquirió el aristócrata por unos 400.000 rublos rusos de la época. Hoy figura incrustado, por deseo expreso de la propia Catalina, en lo que fue el cetro imperial y forma parte de las joyas de la Corona Rusa. Su valor, dicen, es incalculable.

En épocas más recientes, otra "emperatriz", pero del celuloide, fue la destinataria, en 1969, de un inmenso pedrusco en forma de pera que su enamorado adquirió para ella por el módico precio de un millón de dólares de entonces. El diamante, denominado "Burton-Taylor", adquirido en Cartier por Richard Burton para su entonces esposa Elizabeth Taylor, fue vendido por esta en 1979, tras su segundo divorcio de aquél, por tres millones de dólares que, al parecer destinó a la construcción de un hospital en África y otras obras sociales.

Unos años antes, en 1967, Burton también había adquirido para la actriz, "la Peregrina", la perla más famosa del mundo, por unos 37.000 dólares.

¡Lo que hacen unos ojos violeta!...

Y lo que hace un buen culo!!!!!... Y si no, mirad el "detallito" que recibió Jennifer Lopez de su ex, Ben Affleck. Un water decorado en su totalidad a base de rubíes, zafiros y diamantes, por el que el chico pagó un precio de 100.000 dólares... Para eso dicen que Jlo tiene el mejor culo del mundo!!! (Aquí, entre nosotros, ¡menuda horterada!... el water, quiero decir...).

Y muchos más, a cada cual más exagerado y estrambótico. Desde unos auriculares cubiertos de oro, con incrustaciones de brillantes, hasta un pen drive con diamantes, zafiros y rubíes, por un valor de 30.000 dólares; o una versión limitada del iPhone 5 con una cubierta de diamantes y platino, por un precio de 16 mil dólares; hasta una aspiradora toda de oro por un valor de un millón de dólares... Y si lo venden es porque seguro que hay quien los compra... Todo un derroche verdaderamente incomprensible en la época en que estamos.

Este lapicero de Faber Castell, hecha en oro macizo con incrustaciones de diamantes, del que solo existen diez ejemplares le va a encantar a Gavetita. Su precio es de 100 mil dólares. (Gave: a lo mejor esta vez, Baltasar se anima...).

Y hablando de regalos... Si hace dos años por estas fechas, yo dedicaba mi crónica de Navidad a las bolas de cristal, en todas sus variedades, (navidad... ¡¡en bolas!!), este año me voy a decantar por las figuritas de porcelana, y en especial, por las de la firma Lladró.

Ninguna novedad desde luego, porque tuvieron su auge hace ya tiempo, y parece que habían decaído, por su estilo demasiado clásico, incluso a veces, algo barroco, con un cierto olor a rancio... Pero de decaimiento, nada de nada, como veremos más adelante, hoy convertidas, por obra y gracia de los diseñadores contratados por la marca, en lo más trending en el panorama de la decoración. A mí, particularmente algunas de sus piezas clásicas, me siguen pareciendo un ejemplo de delicadeza, sencillez y elegancia; auténticas obras de arte, difícilmente superables, de las que os dejo abajo solo una muestra:

Sus estilizadas figuras hechas a mano, la pasión por el detalle y su perfección, han contribuido a expandir la marca desde su sede en "La Ciudad de la Porcelana", ubicada en Tavernes Blanques, Valencia, su lugar de origen, hasta la apertura de boutiques propias situadas en las principales ciudades del mundo, entre ellas Nueva York, Los Ángeles (Beverly Hills), Moscú, Tokio, Londres, Pekín, Hong Kong, Shanghai, Singapur, Delhi, Mumbai, Madrid, Barcelona y Valencia. Además de 2.000 puntos de venta　distribuidos　en 120 países en los cinco continentes. Dos piezas de la firma forman parte de la colección permanente del Museo del Hermitage de San Petersburgo: «Carroza siglo XVIII» y «Don Quijote», dos obras de arte, dignas, como veréis, de figurar expuestas en uno de los museos más importantes del mundo.

No obstante, reconociendo a todas su valor, yo prefiero las figuras que hacen referencia a escenas de la vida cotidiana, como la mayoría de las que he traído aquí. La florista, la chica de la vespa, cualquiera de las bailarinas, los niños, los angelitos o el arlequín… Todas, tan perfectamente moldeadas, con esa expresión de dulzura y esa apariencia tan frágil, a las que no les falta ni un detalle, y que las hace tan reales y a la vez, tan tiernas.

Yo creo que es un regalo con el que siempre se acierta, porque, además de llevar el sello de la exclusividad y el lujo, presenta variedad de temáticas y de precios, por lo que lo mismo te vale para un obsequio con el que quedar bien con alguien, por agradecimiento, admiración o respeto, que para un detalle especial para una persona u ocasión también especial.

La marca se ha ido renovando y reinventando para adaptarse a la decoración moderna, contratando a los diseñadores más cool del momento, entre los que se encuentra el muy reconocido diseñador español, dentro del ámbito de la decoración e interiorismo, Jaime Hayón, director artístico de Lladró, que ha revolucionado la marca con figuras alegóricas y ultramodernas a las que se puede tachar de todo menos de rancias, cuya estética yo no acabo de asimilar, pero que, al parecer, son lo más de lo más en creatividad y diseño actual, a lo que hay que añadir su calidad de siempre.

"THE GUEST": Una pandillita de amigos, diseñados por Hayón, adorables en grupo o por separado, cuya decoración correrá a cargo de diferentes artistas reconocidos, como ha ocurrido con sus primeros ejemplares a los que el americano Tim Biskup y el estudio japonés Devilrobots, han puesto indumentaria y cara.

La firma ha extendido su trabajo a lámparas tanto de mesa como de techo, así como a todo tipo de objetos de decoración y accesorios. Lo último es la nueva colección Atelier LLadró, inspirada en los grandes rascacielos de Nueva York. Un conjunto de piezas que vienen a formar un impresionante skyline de porcelana, digno de cualquier gran urbe del mundo. Algunas de estas piezas son jarrones, otras, lámparas, cajas o soportes de espejos. Y su precio es muy variado, desde los 150 euros que cuesta la pieza más pequeña, de unos 20 cms, hasta los 400 euros del jarrón más alto, de 59 cms.

Hay otros detalles, ideales para regalar en estas fiestas, pequeños grandes detalles, con el sello de exclusividad de la marca: peinetas, pendientes cortos y largos, collares, anillos, gemelos, broches... todos ellos piezas de la colección Lladró-Re-Cyclos by Bodo Sterling, que harán las delicias de cualquiera de sus destinatarios.

Hasta sus escaparates tienen esa impronta especial que les convierte en el marco ideal para la exhibición de sus obras de arte. Como este de más abajo, correspondiente a la nueva tienda inaugurada el 4 de Diciembre de 2012, en la Avenida Madison, en pleno corazón de Manhattan:

No puedo terminar esta crónica que he dedicado a resaltar el trabajo de los hermanos LLadró, artesanos españoles de la cerámica, célebres en todo el mundo, renovados y puestos al día por obra y gracia de un director creativo, también español, referente actual en el arte de la decoración y el diseño, sin hacer mención a otro artista español: Leandro Cano, que hace de la cerámica el material central de muchas de sus creaciones, mezclándolas con toda clase de tejidos y bordados de flores en Tres Dimensiones, entre los que se funde, resaltando aún más su belleza y dando lugar a prendas tan artísticas como estas:

Este joven diseñador andaluz, de 29 años de edad (Ventas del Carrizal, Jaén 1984), ganó el año pasado el premio al "Mejor diseñador del futuro" (Designer for tomorrow), otorgado por un jurado del que formaba parte Marc Jacobs, habiendo desfilado en Julio de 2012 en la Berlín Fashion Week, donde tuvo la oportunidad de darse a conocer internacionalmente y asombrar con la originalidad de sus modelos.

Y termino ya. Creo que esta va a ser mi última "crónica" para el blog este año, así que me despido deseándoos todo lo mejor para el 2014. 

Un abrazo y Feliz Navidad.

Aquí os dejo mi regalo:

Monni de la Hesk.- Personal Shopper del CrochetingClub.