Personal Shopper. Crónica XXI: Con el mar de fondo

Creo haber dicho alguna vez que el propósito que guía todas mis crónicas no es otro que escribir sobre las cosas cotidianas que me gustan, aquellas que no valoramos y que nos pasan totalmente desapercibidas a fuerza de verlas todos los días, hasta que de repente ante cualquier circunstancia imprevista o extraordinaria que nos hace frenar en nuestra ajetreada vida, nos sorprendemos a nosotros mismos observándolas detenidamente y admirando su belleza.

Desde nubes, flores, bolas de cristal, abanicos, sombreros, tocados, bolsos, accesorios... Incluso al flequillo he llegado a dedicar alguna de mis crónicas... y últimamente al verano, sobre todo al color azul, hasta el punto de haberme convertido por unas horas, en una blue-girl total. Luego llegaría la víspera de la noche de San Juan, en que con el plenilunio desapareció el embrujo y pasé a ser solo un ser humano al que le encantan los helados de chocolate...

Pues bien, en esta ocasión me apetece escribir sobre el MAR... Pero que no tiemble nadie que no va a ser sobre su color, su profundidad o su grandeza... En esta ocasión vamos a darnos un gran paseo por la orilla de la playa, en plan tranquilo, a primeras horas de la mañana aprovechando la bajamar, respirando hondo para que nuestros pulmones se inunden de la brisa fresca, y exponiendo nuestro cuerpo a los rayos de sol, todavía débiles, pero suficientes para adquirir la energía necesaria para todo el día... Y vamos a ir despacio, sentándonos cuando nos apetezca para disfrutar de todo lo que nos rodea, fijándonos en los más pequeños detalles y acompañados por alguien muy especial: nada más y nada menos que D. JOAQUÍN SOROLLA, a través de cuyo arte vamos a percibir las mismas sensaciones de luz, alegría y vitalidad que nos transmite el verano... tal y como si estuviéramos paseando en la realidad.

Atrás dejaremos la algarabía de la gente, la bulla de los niños jugando en el agua con las madres vigilando sus juegos y llevando en brazos al más pequeño de la casa, deseoso de salir corriendo con sus hermanos por la arena mojada.

Y pasada la zona de juegos, seguiremos viendo niños de forma aislada, en solitario o en pareja, divirtiéndose a su modo, jugando en la orilla con un barquito de vela... o nadando en el agua... o tumbados en la arena, imaginando y contándose a saber qué historietas...

Y llegaremos al lugar donde las barcas se adentran en la arena y los pescadores ofrecen su mercancía tras una larga noche de faena. Y veremos el trasiego de mujeres yendo con sus cestas vacías para recoger el pescado, o a muchachos con las cestas llenas para su venta. Mujeres cosiendo las redes y como fondo, las barquitas de vela...

Y cuando ya parecía que nos habíamos quedado a solas con la naturaleza, veremos venir a una niña, con su sombrerito para cubrirse del sol y un cubito en la mano, escrutando minuciosamente la arena, recogiendo conchitas, caracoles o piedras, y se nos vendrá a la memoria nuestra infancia, cuando una de nuestras principales actividades veraniegas consistía en encontrar la más bonita o la más rara, haciendo de cada descubrimiento una fiesta, para luego ir acumulándolas en el cubo, previamente seleccionadas, hasta que terminaban las vacaciones y nos las llevábamos como recuerdo a casa, donde las guardábamos como un tesoro en nuestra mesilla de noche, para enseñárselas después, orgullosos, a los abuelos, familia y amigos como un recuerdo especial de nuestros días de playa.

Y no solo en la infancia... Aún ahora nos siguen llamando la atención, hasta el punto de que alguna vez también nos agachamos a coger la piedra más exótica o la concha más delicada y perfecta... Me estoy refiriendo a los caparazones vacíos de caracoles y caracolas, almejas, cangrejos... algunos auténticas obras de arte de la naturaleza que el mar arrastra hacia la playa y que se quedan ahí, semi enterrados en la arena, esperando que cualquiera de nosotros los encuentre y observe de cerca su perfección y belleza.

En algunos hasta se puede oír el murmullo de las olas si te los acercas a la oreja, y por unos momentos te llegas a sentir inmersa en la profundidad del océano, oyendo el susurro de las olas meciendo sus aguas...

LAS CONCHAS DE MAR

Desde siempre han sido muy apreciadas, hasta el punto de que ya en la Prehistoria algunas especies eran consideradas como objetos sagrados de gran valor, habiendo sido utilizadas como medio de pago hasta bien entrado el siglo XX. Así mismo, han sido utilizadas como símbolo de algunas religiones. Por ejemplo, la concha de la Vieira, en la Edad Media se convirtió en el símbolo del Cristianismo, o la "Turbinella Pyrum", una imagen de la divinidad para los hindúes.

Según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Cambridge, las conchas marinas pueden servir como modelo de fuerza y resistencia en la búsqueda de nuevos materiales para la arquitectura, la ingeniería la construcción y el diseño aeroespacial. Mirad si no abajo, el proyecto basado en el caparazón de un erizo de mar. Todo un ejemplo de arquitectura biológica, obra de un equipo multidisciplinar constituido por científicos, arquitectos, informáticos y estudiantes de la Universidad de Stuttgart que se inspiraron para este trabajo denominado "ITKE RESEARCH PAVILION", en la concha de una variedad de erizo de mar, llamada "Sand Dolar".

En algunos casos, las conchas son utilizadas como ornamento de fachadas, siendo uno de sus ejemplos más conocidos, la así llamada CASA DE LAS CONCHAS en Salamanca, edificio de estilo gótico, con contenidos de estilo plateresco, típico del Renacimiento español, y toques de estilo mudéjar. Una de las particularidades del mismo son las aproximadamente 300 conchas de Santiago que adornan su fachada, existiendo una leyenda según la cual, debajo de una de esas conchas hay escondido un tesoro de onzas de oro, al parecer nada de extrañar pues en su época era costumbre esconder onzas de oro en los adobes y piedras de los tabiques de las casas. Hoy serían una especie de cajas fuertes, aunque algo rudimentarias. En la actualidad, el edificio alberga la Biblioteca Pública.

Y entre las calles del casco antiguo de Peñíscola existe una casa cuya fachada está totalmente cubierta de conchas. Nada que ver con la anterior, claro, pero le da cierta singularidad al entorno, dentro del espacio del famoso castillo del Papa Luna, aunque no forme parte de la fortificación. Tiene una historia muy humana.

Al parecer fue construida a principios de la década de los cincuenta, por decisión de una mujer, enamorada del mar, llamada Justa Mir, con dos hijos y un marido enfermo, de la que se dice fue la primera promotora del turismo en la localidad, al ofrecerse desinteresadamente como guía improvisada a los turistas que visitaban la ciudad. Con los ahorros que consiguió por la "voluntad" de dichos turistas en compensación a su actividad, mandó construir esta casa, para lo cual hizo un trato con los pescadores, en virtud del cual ella les conseguiría tabaco a cambio de que ellos le llevaran conchas para cubrir la fachada, dando lugar a uno de los edificios más admirados por los turistas en la actualidad.

Y si alguien quiere saber lo que se siente al vivir dentro de una concha de mar, ya puede preguntarle a los huéspedes de este hotel que figura más abajo, una original casa caracola, diseñada por el arquitecto Eduardo Ocampo y situada en Isla Mujeres, en Cancún (México), a la que si por dentro no le falta detalle, por fuera hasta el muro de piedra que la rodea semeja los picos de las olas que la hubieran traído a la tierra.

O también le puede preguntar a los dueños de esta otra casa, obra del arquitecto mexicano Javier Senosiain que hizo realidad el sueño de una pareja con dos niños , de vivir en un hogar integrado en la naturaleza. Y vaya si lo consiguió. Su nombre lo dice todo: la Nautilus House. A mí me parece preciosa. No le falta detalle eh?...

Y seguro que os vais a sorprender con esta impresionante y perfecta concha de caracol que he traído, sobre todo cuando os diga que es una foto tomada desde arriba de la escalera de caracol que desciende a los cimientos de la Catedral de Baeza. La foto es obra de Antonio Somoza, que la tituló "Caracol Áureo”, y a mí me parece magistral.

CARACOLAS

PABLO NERUDA las consideraba "poemas de la Naturaleza". En sus "Reflexiones desde Isla Negra", el poeta confiesa que: "... lo mejor que coleccioné en mi vida fueron mis caracoles. Estos me dieron el placer de su prodigiosa estructura: la pureza lunar de una porcelana misteriosa, agregada a la multiplicidad de formas, táctiles, góticas, funcionales".

Y continúa diciendo:

“Miles de pequeñas puertas submarinas se abrieron a mi conocimiento desde aquel día en que don Carlos de la Torre, ilustre malacólogo de Cuba, me regaló los mejores ejemplares de su colección. Desde entonces y al azar de mis viajes, recorrí los siete mares, acechándolos y buscándolos. Pero debo reconocer que fue el mar de París el que, entre ola y ola, me descubrió más caracoles. Todo el nácar de las oceanías había transmigrado a sus tiendas naturalistas, a sus mercados de pulgas".

"En México me fui por las playas, me sumergí en las aguas transparentes y cálidas, y recogí maravillosas conchas marinas. Luego en Cuba y en otros sitios, así como por intercambio y compra, regalo y robo (no hay coleccionista honrado), mi tesoro marino seguía acrecentando hasta llenar habitaciones y habitaciones en mi casa".

Neruda llegó a coleccionar unas 9.000 caracolas, que en 1954 donó, junto con su colección literaria, a la Universidad de Chile. De todas ellas fueron escogidas 453, las más exóticas y bellas, siendo expuestas por primera vez al público el 24 de Enero de 2010, en el Instituto Cervantes de Madrid, donde el visitante podía disfrutar de toda su belleza recorriendo una sala convertida en paisaje marino, con el sonido del mar de fondo y la voz del poeta leyendo algunas de sus poesías.

"El océano Pacífico se salía del mapa. No había dónde ponerlo. Era tan grande, desordenado y azul que no cabía en ninguna parte. Por eso lo dejaron frente a mi ventana"

PARÍS FASHION WEEK

Estaba muy acertado el Premio Nobel de Literatura cuando comentaba que: "... fue el mar de París el que, entre ola y ola, me descubrió más caracoles"... y eso que no llegó a contemplar in situ (falleció el 23 de Septiembre de 1973), el desfile de CHANEL con su colección primavera-verano 2012/2013, en la Paris Fashion WeeK , donde la arquitecta Zara ZAHID diseñó una pasarela llena de corales, estrellas, caracolas y conchas de mar, por donde los/as modelos desfilaban, con Karl LAGERFELD a la cabeza, para un público que no les dejaba de admirar como si estuvieran en una gran pecera...

DECORACIÓN

Caracoles, caracolas, caballitos, estrellas de mar, corales... Maravillas del mar con la que este nos obsequia de forma desinteresada y que cada vez cuesta más encontrar por las playas. La contaminación, por un lado, y la comercialización de sus caparazones, por otro, han contribuido en gran medida a su desaparición. Por eso, encontrar alguno es casi un acontecimiento. Y si no tienes esa suerte, se pueden encontrar auténticas maravillas en mercadillos y tiendas especializadas... Solo hay que saber buscar y luego llevárselas a casa para formar composiciones y rincones con detalles tan especiales como estos...

MODA: ACCESORIOS Y COMPLEMENTOS

Solas o acompañadas de otros detalles marinos, las conchas son un complemento muy favorecedor para el verano. Aquí dejo solo unos ejemplos, el aperitivo de lo que será el contenido de mi próxima crónica. Y los hay desde los que son auténticas joyas, engarzados en oro o plata y a la venta en joyerías de lujo, hasta los que están unidos por un simple cordón de cuero, a la venta en mercadillos. Todos muy favorecedores y bonitos.

Bolsos para distintas ocasiones, carteras...

Bueno, ya hablaremos detenidamente de todo esto... Por hoy ya hemos terminado el paseo. Ahora toca una granizada y luego un chapuzón. Hasta la próxima. Saludos para todos.

Monni de la Hesk. Personal Shopper del CrochetingClub.